Si ya
de por si la protección contra la corrosión pasa de forma universal, y
en gran medida por crear barreras contra el agua, en los países bajos,
en los cuales el 26% de su superficie se encuentra por debajo del nivel
del mar (caso de Holanda), la idiosincrasia de sus habitantes es
consustancial con una lucha constante contra los efectos corrosivos de
la humedad.
Resinas de poliisobuteno contra la corrosión extrema
Gracias a esta circunstancia, el empresario Frans Nooren, a finales del
siglo pasado, tuvo la idea de implementar un sistema de protección
basado en la utilización de resinas de poliisobuteno (PIB). El producto
que desarrolló está formado por una masilla viscoelástica impermeable al
agua y al gas, no contaminante y altamente adherente, tanto en seco como
incluso bajo el agua, con unas prestaciones anticorrosivas
excepcionales.
Por
tratarse de un producto de consistencia líquida, posee la cualidad de
poder fluir hasta sellar todo tipo de poros, superficies irregulares y
áreas de difícil acceso. Al no polimerizar ni curar, ni siquiera con los
cambios térmicos comprendidos entre -45ºC y +120ºC, sus características
de plasticidad permanecen constantes durante largos periodos de tiempo;
tanto es así, que las instalaciones realizadas con este tipo de
protección están avaladas por una garantía de 30 años.
Es de
destacar, no obstante, que estas prestaciones extraordinarias son fruto
de exhaustivas investigaciones y de un riguroso control de calidad que
se cámaras de ensayos acelerados de corrosión por niebla salina marina
desarrolladas por CCI.
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