
Imagen:
Ciudad de Nueva York./ Pixabay |
Un
estudio con participación del CSIC analiza datos obtenidos vía satélite
de las ciudades y sus periferias durante las últimas tres décadas.
Las
zonas urbanas y sus periferias progresivamente rurales son excelentes
laboratorios naturales que emulan las condiciones de temperatura y
concentración de CO2 futuras y pueden ayudar a prever cómo se adaptará
la vegetación del planeta a los diferentes escenarios futuros de cambio
climático. Así lo muestra una investigación internacional que ha
analizado datos obtenidos vía satélite de 880 ciudades del hemisferio
norte del planeta y de sus periferias.
El
trabajo se acaba de publicar en la revista Nature Ecology Evolution y
está codirigido por Josep Peñuelas, investigador del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) en el CREAF, en colaboración con el
equipo del investigador Yongguang Zang, de la Universidad de Nanjing
(China).
Los
científicos han estudiado la actividad fotosintética de la vegetación en
el hemisferio norte del planeta en función de la temperatura y la
concentración de CO2 y han obtenido los gradientes de estos tres
factores, es decir, cómo se correlacionan y cómo cambian progresivamente
desde cada uno de los centros urbanos hasta sus periferias. El análisis
se ha realizado a partir de numerosos datos obtenidos vía satélite
durante las últimas tres décadas, como la fluorescencia de clorofila
inducida por luz solar, el índice de vegetación, la temperatura del
aire, la temperatura del suelo, datos de precipitación y la altitud,
entre otras variables.
Tal
como explica Josep Peñuelas, si se toma el ejemplo de Shangai, “esta
tiene una concentración de 450 ppm de CO2 en el centro urbano, que es lo
que podríamos tener de media en la atmósfera en unos 15 a 20 años. En
cambio, a medida que uno se aleja del centro, las concentraciones de CO2
van bajando a 430 ppm, 380 ppm y hasta menos de 380 ppm”.
Es
decir, en el centro de muchas ciudades ya se están dando condiciones de
CO2 y temperaturas más elevadas que la media y que corresponden a
posibles escenarios futuros de cambio climático, explica este experto.
Actualmente, la concentración media de CO2 es de unos 400 ppm.
Los
científicos han usado todos estos datos para proyectar cómo puede variar
la actividad de fotosíntesis en función de diferentes escenarios
climáticos desde los que contemplan incrementos de temperatura de 2,6ºC
de media hasta los que contemplan aumentos de hasta 8,5ºC. Los
resultados revelan que en todos los escenarios las hojas de la
vegetación brotan antes (se adelantan una media de 5 días) y caen más
tarde (unos 10 días). Además, el pico de máxima actividad fotosintética
se da antes (unos 5 días antes).
En
conjunto, la temporada en la que las plantas tienen vegetación y
absorben CO2 se prolonga, lo que significa que las plantas aumentan su
capacidad de secuestrar CO2, especialmente, remarca Peñuelas, “en las
zonas donde hay recursos hídricos”.
Según
el investigador, todo esto es una buena noticia porque significa que las
plantas nos están ayudando contra el cambio climático. Pero, advierte,
no es la solución porque no es en absoluto suficiente para compensar
todas las emisiones que estamos generando.
Referencia científica:
Songhan Wang, Weimin Ju, Josep Peñuelas, Alessandro Cescatti, Yuyu Zhou,
Yongshuo Fu, Alfredo Huete, Min Liu & Yongguang Zhang.
Urban−rural
gradients reveal joint control of elevated CO2 and temperature on
extended photosynthetic seasons. Nature Ecology & Evolution. DOI:
https://doi.org/10.1038/s41559-019-0931-1
Noticia:
CSIC, martes, 25 Junio, 2019
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