Las injusticias socio-ambientales causadas por los países
industrializados al Sur Global van en aumento. En la actualidad la deuda
climática que soportan los países no industrializados es tremendamente
injusta, ya que sufren las peores consecuencias del cambio climático,
mientras no han sido los principales responsables del problema. Por este
motivo exigimos a nuestros Gobiernos que acepten la responsabilidad y
hagan lo correcto allí y fomenten cambios aquí.
Los habitantes de los países del Sur, así como la ciudadanía con bajos
ingresos en los países industrializados del Norte ya han soportado
demasiado la carga dañina de la extracción de combustibles fósiles, del
transporte y de la producción. A día de hoy estas comunidades se
enfrentan a los peores impactos del cambio climático; desde la escasez
de alimentos hasta la desaparición total de islas bajo el océano.
En Europa, el consumo excesivo de recursos naturales está contribuyendo
a incrementar la actual crisis climática, así como al aumento de las
desigualdades sociales. Por ello, creemos que, tanto las multinacionales
europeas como nuestros representantes políticos, son los principales
responsables del cambio climático y de ensanchar el impacto de Europa en
otras partes del mundo.
Las últimas Conferencias de Cambio Climático de Naciones Unidas han
permitido a grandes empresas adueñarse de un espacio que debería estar
reservado a la sociedad civil, y nuestros representantes políticos, se
ven atados de pies y manos debido a la coyuntura socio-económica mundial
del momento.
Aunque más allá de hacer visible el movimiento internacional por la
Justicia Climática durante las negociaciones del clima, queremos
encontrar nuevos aliados en las bases ecologistas y sociales y poco a
poco construir un movimiento europeo por la Justicia Climática que
abogue por éstas y otras soluciones:
Dejar de utilizar combustibles fósiles e invertir en la eficiencia
energética y en energías renovables: son seguras, limpias y pueden ser
gestionadas de forma colectiva.
Reducir radicalmente el consumo excesivo de energía, no sólo en el
Norte, sino también entre las élites del Sur.
Aumentar las transferencias financieras Norte-Sur, basadas en la
devolución de las deudas climáticas y sometidas a control democrático.
Promover la soberanía energética, así como la soberanía sobre bosques,
tierras y aguas. Entendemos la soberanía energética como el derecho de
los pueblos a decidir y gestionar sus recursos energéticos de forma
solidaria y respetuosa con el medio ambiente.
Establecer una legislación estatal que contemple, de un modo justo,
objetivos vinculantes para la reducción anual de gases de efecto
invernadero. Es necesario establecer mecanismos a nivel estatal, europeo
e internacional que garanticen una reducción real de las emisiones de
acuerdo a la ciencia y la justicia social, sin recurrir a falsas
soluciones como la compensación de CO2.
Luchar contra la desigualdad social y económica dentro de Europa y
dentro de los países europeos de una manera que garantice el derecho al
acceso básico de energía segura y limpia, y que ésta pueda ser dirigida
por la propia comunidad. Esto requiere el apoyo administrativo con el
fin de conseguir un drástico ahorro de la energía a través de medidas de
eficiencia existentes y por venir, así como de limitar el poder de
grandes empresas energéticas u otros monopolios.
Demandar una legislación específica en forma de un nuevo instrumento
internacional, comunitario y nacional que sea vinculante y que proteja a
las personas desplazadas por razones medioambientales, garantizándoles
así sus derechos como parte del derecho fundamental a la vida. Esto debe
ser parte de un reconocimiento más amplio hacía el Sur a causa del
excesivo consumo en el Norte global, así como de la deuda histórica.
Fuente: Amigos de la Tierra
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