Como consecuencia de la liberación
indiscriminada a la atmósfera de gases de efecto invernadero, la capa de
ozono que protege la tierra de las nocivas radiaciones solares, está
sufriendo una disminución muy significativa que redunda en un incremento
muy considerable de las radiaciones ultravioleta emitidas por el sol que
llegan a la Tierra.
Estas radiaciones UV son las responsables de que los cánceres de piel
estén creciendo a pasos agigantados en todo el mundo (un 12% en España
en los últimos 5 años), según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las causas son debidas, no solo a la exposición solar durante la
práctica de deportes al aire libre, largas sesiones de bronceado en
cámaras UVA, jornadas veraniegas en las playas a las horas del mediodía,
etc., sino también como consecuencia del ejercicio de tareas laborales
al aire libre durante largos periodos de tiempo (8 a 12 horas diarias),
sin las debidas protecciones.
Los pescadores, los agricultores, los albañiles y los trabajadores de
obras públicas, son claros ejemplos de tareas con alto riesgo de
adquirir este tipo de enfermedad.
Durante la primavera y el verano es muy
común encontrar trabajadores, en las carreteras y en las obras, con el
torso desnudo recibiendo dosis altísimas de radiaciones ultravioleta
UVA, UVB y UVC, las cuales producen en primeras fases eritemas profundos
los cuales, en dosis repetitivas ponen en grave riesgo a los
trabajadores.
Cuando una persona toma el sol en la playa puede protegerse mediante el
uso de filtros cosméticos de protección solar varias veces durante el
día y pedir la colaboración de sus acompañantes para aplicarlos, pero un
trabajador sudando y con las manos sucias o con guantes, etc., es más
improbable que emplee este tipo de protecciones.
Por ello, en el caso de los trabajadores que han de ejercer sus tareas
al aire libre, la única protección posible es la ropa adecuada, los
sombreros de ala ancha, las gafas de sol y los lápices labiales.
Para que esta protección pueda ser implantada de una manera eficaz, las
administraciones públicas, las autoridades sanitarias, los sindicatos y
las organizaciones empresariales deben instrumentar la obligatoriedad
del empleo de uniformidades preventivas y que los responsables de las
empresas, a través de sus capataces y jefes de obra, las hagan cumplir.
Llegado este punto, la primera cuestión a tener en cuenta es encontrar
la clase de tejidos capaces de ofrecer la protección adecuada,
seleccionar cosméticos eficaces, gafas correctas, etc., los cuales nos
garanticen las debidas protecciones frente al cáncer de piel, además de
respetar las connotaciones de confortabilidad y adecuación a cada tarea.
A este respecto, el departamento de investigación de CCILAB, dirigido
por D. Miguel Angel Beteta Garmendia, ha publicado un estudio
experimental realizado mediante una cámara climática especial de
simulación de envejecimiento ambiental acelerado CCI. Este estudio ha
permitido evaluar la capacidad protectora de diversos tipos de tejidos,
algunos tipos gafas y diversos cosméticos, llegando a la conclusión de
que muchos de ellos no ofrecen suficiente protección.
Para acceder al estudio completo y otros
artículos relacionados, entrar en:
http://www.cci-calidad.com/articulos.htm.
www.cci-calidad.com
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