La luz solar es
imprescindible para la vida y siempre ha sido considerada como una
fuente de salud: Su espectro UV es germicida, bactericida y virucida, da
lugar a la formación de vitamina D, combate eficazmente el raquitismo,
es eficaz en la curación de determinadas afecciones cutáneas, etc.
Sin embargo, junto
a los efectos beneficiosos mencionados, la exposición indiscriminada a
las radiaciones solares puede ocasionar en el hombre efectos claramente
nocivos, tales como quemaduras (eritemas), degradaciones celulares,
alteraciones en el ADN, envejecimiento de la piel, cáncer cutáneo, etc.
Por ello, es muy aconsejable la utilización de medios de protección
(fotoprotectores) cuyo desarrollo ha sido muy importante en los últimos
años, dentro del campo de la dermofarmacia.
De las radiaciones
solares que llegan a la superficie de la tierra, las de longitud de onda
corta más significativas se encuentran en el pico de los 360 nm. Las
radiaciones de longitud de onda inferior son absorbidas fundamentalmente
por la capa de ozono de la estratosfera.
El espectro de la
radiación UV se divide en tres zonas, en función de la longitud de onda,
como sigue:
UVA: 320-400 nm
UVB: 290-320 nm
UVC: <290 nm
Los preparados
farmacéuticos conocidos como filtros solares buscan mantener los efectos
beneficiosos de la radiación solar, disminuyendo el componente nocivo
para las personas. La base consiste en la reducción de la intensidad de
la radiación UV que puede afectar a la piel.
La mayor parte de
los filtros solares se diseñaron en principio para proteger de la
radiación UVB, puesto que sus efectos perjudiciales inmediatos son
mayores que los de la radiación UVA, ya que son responsables de la mayor
parte de los eritemas. En cuanto a los efectos mutagénicos y
carcinogénicos parece que también puede ser importante el efecto a largo
plazo de la radiación UVA que, aunque de menor energía que la UVB,
penetra más profundamente en la piel, llegando hasta la dermis e incluso
a capas inferiores. Por ello, se consigue una protección más segura con
los llamados preparados antisolares de amplio espectro que actúan tanto
contra la radiación UVB como contra la UVA.
De estos filtros,
algunos actúan por reflexión de la radiación incidente, como los
preparados a base de óxido de zinc, óxido de titanio, mica, etc.,
mientras que la mayor parte actúa por absorción: derivados de ácido
cinámico, ácido salicílico, ácido gálico, benzimidazol, cumarina, para
radiación UVB y derivados de benzofenonas o dibenzoilmetano, para
radiación UVA.
También las
radiaciones solares pueden afectar a la conservación de las
características intrínsecas de los medicamentos.
La mayor parte de
los principios activos usados en la preparación de productos
farmacéuticos absorben radiación solar en el rango de longitud de onda
correspondiente al espectro ultravioleta, lo cual hace que sean
considerados fotoquímicamente inestables.
Ante tal
reconocida vulnerabilidad, las farmacopeas aconsejan conservar la
mayoría de los productos farmacéuticos alejados de la luz solar.
A título de
ejemplo se han clasificado algunos tipos de medicamentos fotolábiles,
entre los que cabe destacar los siguientes:
Benzodiazepinas
(Diazepam…)
Catecolaminas
(Adrenalina…)
Corticoesteroides
(Dexametasona…)
Fenotiacina (Clorpromacina…)
Sulfonamidas
(Sulfacetamida…)
Tetraciclinas
(Doxiciclina…)
Entre otros.
La complejidad del
estudio cinético completo de una reacción fotoquímica hace que, si bien
existen numerosas referencias a la inestabilidad de medicamentos frente
a la luz, solo se hayan realizado escasos estudios completos sobre los
procesos de fotodegradación.
De todos ellos, el
estudio más conocido es el de la degradación de la cianocobalamina, en
virtud del cual, una solución acuosa neutra de dicha sustancia, expuesta
a luz solar difusa de 100 a 3000 lm/m2, no presenta alteración
apreciable de la vitamina. Mientras que la exposición directa a los
rayos solares con un flujo de 80000 lm/m2 produce una pérdida vitamínica
del 10 % cada 30 minutos de exposición, y a longitudes de onda mayores
(600-700 nm) no se evidencia degradación.
La alteración de
un principio activo por acción de la luz es a veces detectable por un
cambio de color o de otra característica física tal como la viscosidad,
textura, etc., pero en otras ocasiones, solo es posible de ponerla de
manifiesto mediante valoración cuantitativa.
La acción
fotoquímica de la radiación no plantea excesivos problemas prácticos en
relación con la estabilidad de los medicamentos, puesto que puede
evitarse utilizando envases opacos como el cartón, aluminio, etc., o
mediante vidrio color ámbar, el cual tiene la capacidad de absorber las
radiaciones ultravioleta responsables del deterioro fotoquímico. También
se puede utilizar vidrio transparente dotado de algún recubrimiento
añadido o envoltura opaca, en cuyo caso la etiqueta debe indicar que
esta envoltura es necesaria hasta la utilización o la administración del
medicamento.
La farmacopea de
Estados Unidos (USP XXII) establece que, a efectos de protección de la
luz, un recipiente de vidrio o de plástico para medicamentos de uso
tópico u orales no debe transmitir más del 10 % de la radiación
incidente a cualquier longitud de onda comprendida en el intervalo entre
290 y 450 nm. Para medicamentos de uso parenteral los límites de
transmitancia admitidos para el material del envase dependen de si están
sellados o no y del volumen de muestra que contienen.
La
fotosensibilidad de los medicamentos debe ser evaluada y cuantificada
científicamente, fundamentalmente para ser tenida en cuenta durante los
procesos de fabricación y utilización. En todo caso, y de forma general,
la mayoría de los envases deben especificar la indicación «Protéjase de
la luz».
Se entiende por
fotoestabilidad la cualidad que tiene un producto para permanecer
inalterable en el tiempo bajo la exposición a las radiaciones solares.
Cuatro son los
tipos de productos cuya fotoestabilidad debe ser determinada, entre
otras razones para determinar el periodo de caducidad. Tales productos
son: Medicamentos y sustancias farmacológicas activas, cosméticos,
alimentos y fitosanitarios.
La determinación
de la fotoestabilidad de medicamentos se rige por la normativa ICH,
mientras que el resto de los productos mencionados todavía no disponen
de estándares normativos.
Por estabilidad se
entiende la inalterabilidad de composición, aspecto, textura, color,
etc., y en especial la permanencia de sus cualidades iniciales, tras
determinados periodos de exposición solar en condiciones térmicas,
energéticas y lumínicas controladas. Tras los periodos de exposición
controlados mediante la espectrorradiometría selectiva, se llevan a cabo
las pruebas actinométricas preceptivas.
Para llevar a cabo
estas pruebas se utilizan las cámaras de ensayos de fotoestabilidad.
Este tipo de cámaras pueden ser de pequeño tamaño, para laboratorio
experimental, o de gran tamaño para grandes cantidades de productos.
CCI viene
desarrollando desde 1967 cámaras de simulación climática, entre las que
se encuentran las cámaras de fotoestabilidad capaces de reproducir las
dosis de exposición solar más representativas de la diversa climatología
existente en nuestro planeta. A este respecto es de destacar que CCI ha
desarrollado este tipo de cámaras para el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), industrias farmacéuticas,
alimentarias, cosméticas y fitosanitarias, entre otras entidades
relevantes y universidades diversas.
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