La
importancia de la radiación lumínica en el cultivo de vegetales no es
nada nuevo, pero no solo es importante como tal, sino que existe una
relación muy directa con la calidad de la luz, tanto desde el punto de
vista cualitativo, como cuantitativo.
Por
definición, la luz es una forma energética basada en radiación
electromagnética, ya sea proveniente del Sol, o de lámparas
artificiales.
A
efectos de cultivos vegetales y crecimiento de plantas, nos vamos a
centrar en la radiación fotosintéticamente activa (PAR por sus siglas en
inglés), que es la luz del espectro visible cuya longitud de onda está
comprendida entre 400 a 700 nm.
La
fotosíntesis vegetal es directamente proporcional a la radiación PAR,
dentro de la cual se desarrolla el proceso metabólico. Cada especie de
cultivo tiene una intensidad de luz óptima que maximiza la fotosíntesis
y el crecimiento.
Cuantificación de la luz.
Las
unidades más comunes para medir la luz son pie-candela (Estados Unidos)
y lux (Europa).
El
pie-candela es una unidad fotométrica basada en la cantidad de luz
visible que es detectada por el ojo humano (principalmente luz verde).
Esto significa que pie-candela es lo que perciben las personas y no es
una medida adecuada para indicar el nivel luz disponible para
fotosíntesis en las plantas.
La
mayoría de los investigadores en horticultura miden la luz instantánea
en micro moles por metro cuadrado por segundo. Un μ mol m-2. s -1. Esta
unidad “cuántica” mide el número de fotones empleados en fotosíntesis
que se recibe en un metro cuadrado por cada segundo, pero lo que
interesa es la Luz Diaria Integrada (DLI).
Así,
la luz diaria integrada es la cantidad de PAR recibida cada día por las
plantas.
Para
cuantificar dicha dosis diaria de radiación, se usan aparatos medidores
de luz, los cuales permiten calcular el número de fotones recibidos en
un metro cuadrado durante un periodo de 24 horas.
Evidentemente la luz natural no es la misma en todos los puntos de la
Tierra, ni en cada estación del año, de ahí que los centros de
meteorología suelen ofrecer mapas de radiación por áreas geográficas y a
lo largo del año.
Estos
mapas ilustran como la latitud, la época del año, la longitud del día
(fotoperiodo) y la nubosidad influyen en la DLI. Evidentemente, dentro
de un invernadero, con lámparas artificiales es posible controlar las
deficiencias o carencias de la naturaleza, ya que ello influye en el
crecimiento, desarrollo, productividad y calidad de las plantas.
Por
ejemplo, DLI puede influir en el crecimiento de tallos y raíces de
plántulas y esquejes, en la calidad final de las plantas
(características como ramificación, número de flores y diámetro del
tallo), y el calendario de producción. Los productores que incluyen una
rutina de monitoreo y registro de DLI recibida por los cultivos pueden
fácilmente determinar cuándo necesitan suplemento de luz o cuando usar
cortinas de sombra retractables.
Existen unos aparatos denominados radiómetros que automáticamente miden
y calculan las condiciones óptimas de radiación, pudiendo ser conectados
a un ordenador y efectuar las dosificaciones energéticas mediante
programas informáticos adaptados a cada cultivo específico.
Finalmente, cabe decir que, si bien existen muchos tipos de lámparas de
espectro fotosintéticamente activo, hoy en día se utilizan las lámparas
de led, basadas en diodos de luz, las cuales se desarrollan en función
del espectro más adecuado para estimular cada cultivo; desde la mezcla
de luces azules y rojas para estimular las clorofilas, como las rojas
para los carotenoides.
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