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La corrosión es el deterioro que sufre un material como consecuencia de
un ataque químico inducido por su entorno, lo cual puede generar
problemas tan costosos que requieren una correcta identificación,
evaluación y contundentes medida preventivas.
Lo más importante es analizar los entornos de riesgo, de ahí que,
siempre que la corrosión esté originada por una reacción química, la
velocidad a la que tiene lugar dependerá en alguna medida de la
temperatura y de la concentración de los reactivos y de los productos.
Otros factores, como el esfuerzo mecánico y la erosión también, pueden
contribuir al deterioro.
La mayor parte de la corrosión de los materiales concierne al ataque
químico de los metales, el cual ocurre principalmente por ataque
electroquímico, ya que los metales tienen electrones libres que son
capaces de establecer pilas electroquímicas dentro de los mismos. Las
reacciones electroquímicas exigen un electrolito conductor, cuyo soporte
es habitualmente el agua. De aquí que en ocasiones se le denomine
"corrosión acuosa". Muchos metales sufren corrosión en mayor o menor
grado por el agua y la atmósfera. Los metales también pueden ser
corroídos por ataque químico directo procedente de ambientes adversos
químicamente activos.
Otro tipo de degradación de los metales que sucede por reacción química
con el medio, es lo que se conoce como "corrosión seca", que constituye
en ocasiones una degradación importante de los metales especialmente
cuando va acompañado de altas temperaturas.
Materiales no metálicos como las cerámicas y los polímeros no sufren el
ataque electroquímico pero pueden ser deteriorados por ataques químicos
directos. Por ejemplo, los materiales cerámicos refractarios pueden ser
atacados químicamente a altas temperaturas por las sales fundidas. Los
polímeros orgánicos pueden ser deteriorados por el ataque químico de
disolventes orgánicos. El agua es absorbida por algunos polímeros
orgánicos, provocando en ellos cambios dimensionales o en sus
propiedades. La acción combinada de oxígeno y radiación ultravioleta es
susceptible de destruir algunos polímeros, incluso a temperatura
ambiente.
Un principio natural en todos los campos de las ingenierías es la
degradación de las máquinas y piezas en servicio. Es obvio demostrar que
la corrosión constituye una de las fuentes importantes de degradación de
los ingenios diseñados por el técnico. Combatir la corrosión significa:
prolongar el tiempo de servicio de un ingenio, disminuir su
mantenimiento, diseñar con menor costo para un tiempo definido de
servicio, o, cuando no, impedir accidentes que pueden provenir de
fracturas súbitas, consecuencias del proceso corrosivo.
Cuando hablamos de daños por corrosión, lo importante es estudiar los
diversos procedimientos y tecnologías disponibles para combatirlos, lo
que constituye objetivo fundamental del ingeniero de materiales. Por su
parte, el conocimiento tecnológico debe implementar los medios
suficientes avalados por el control de calidad, tales que permitan
desarrollar, con probabilidad alta de éxito, una eficaz protección para
reducir los riesgos.
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