Imagen: Goldengate.org
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Definimos como durabilidad de los aceros de intemperie a la capacidad de
las estructuras, equipamientos y sistemas, para conservar sus cualidades
iniciales o mantener el desempeño de las funciones previstas durante el
tiempo esperado para la vida útil de los mismos, incluso en las
condiciones ambientales más adversas a las que se puedan someter, desde
el inicio de la fabricación, hasta el final estimado del cumplimiento de
su cometido, salvo en el caso de las grandes infraestructuras, las
cuales no se puede permitir que caduquen.
Evidentemente, en el caso de las obras publicas singulares, no existe
otra solución que asumir costes de mantenimiento muy elevados, no solo
para garantizar su seguridad, sino por razones arquitectónicas y de
simbolismo histórico.
Bajo estas premisas, resulta imprescindible realizar ensayos bajo
condiciones climáticas extremas, como el ambiente corrosivo de la niebla
salina marina, con el fin de delimitar las condiciones bajo las cuales,
o bien se deterioran prematuramente los productos, o los materiales
pierden sus cualidades físicas y químicas, o los equipamientos y
sistemas comienzan a producir fallos estructurales o de funcionalidad.
Es necesario realizar las pruebas en condiciones mucho más agresivas que
las reales de los escenarios normales de presencia de los especímenes,
porque de lo contrario sería necesario esperar largos periodos de tiempo
para poder establecer los periodos de caducidad o durabilidad. En otras
palabras, se trata de acelerar las pruebas, para poder sacar las
conclusiones que permitan extrapolar los resultados a la vida real.
En este sentido, existen diversos criterios de ensayo; por ejemplo, en
el caso de la piecería metálica podemos decir que la resistencia a la
corrosión salina se evalúa conforme a la norma UNE-EN ISO 9227 y sus
equivalentes, es un método de prueba obligada.
Para llevar a cabo este tipo de investigaciones se someten las muestras
a la acción de las cámaras climáticas de laboratorio, tales como la
prueba de resistencia a la corrosión por niebla salina marina.
Una vez realizadas las pruebas climáticas, se someten los especímenes a
los análisis e inspecciones pertinentes para evaluar las variaciones
resultantes entre las características iniciales y las finales,
especialmente la velocidad de corrosión, tras lo cual se procede a la
toma de decisiones respecto de las correcciones que sea necesario
introducir, bien sea para mejorar las prestaciones, alargar la vida del
producto o garantizar su correcto funcionamiento.
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