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La mayor parte de los objetos realizados en policloruro de vinilo (PVC),
desde guantes profilácticos hasta juguetes para niños, incorporan
plastificantes que permiten moldearlos fácilmente. Hasta el momento, los
más utilizados son los ftalatos, compuestos químicos que al cabo del
tiempo migran desde el interior del PVC hasta la superficie y pueden
llegar a ser cancerígenos si entran en contacto con el cuerpo humano. Un
equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha
ideado una solución para anclar estos plastificantes y evitar su salida
al exterior. Según sus autores, que han patentado la innovación, el
estudio abre la puerta al desarrollo de PVC más seguros, duraderos y no
contaminantes. El trabajo aparece publicado en la revista Macromolecules.
El director del estudio e investigador del CSIC, Helmut Reinecke, del
Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros (CSIC), en Madrid,
contextualiza el potencial impacto económico del estudio: “Plastificar o
ablandar el PVC, que es el área donde se encuadra nuestro trabajo, es un
proceso tecnológicamente muy relevante. De hecho, aparte del PVC duro
que se emplea en construcción para fabricar ventanas o tuberías y que
incorpora muy pocos aditivos, numerosas industrias realizan todo tipo de
objetos en PVC blando. Es especialmente significativa su presencia en el
sector higiénico-sanitario y en juguetería, gracias a la versatilidad de
su procesado, su claridad óptica e inercia química frente a fluidos
biológicos”.
Tubos de transfusión intravenosa, catéteres, bolsas, suelos de cocina,
cortinas de baño, mordedores y un sinfín de juguetes emplean PVC
plastificado en porcentajes de plastificante que llegan a veces al 50%
del peso final. Es la única forma, aseguran los científicos, de
plastificar el PVC de una forma económica y sencilla, pues este polímero
es duro y tiene una temperatura de ablandamiento de 85 grados
centígrados. “Los plastificantes más usados son los ftalatos porque
permiten, debido a su estructura química, una mezcla muy buena con el
polímero y por tanto se puede mezclar y desarrollar cualquier
composición”, explica el investigador del CSIC.
Sin embargo, con el paso del tiempo los ftalatos suben hacia la
superficie del producto. “Las consecuencias son, por un lado, que el PVC
va perdiendo progresivamente sus propiedades iníciales y, por otro, que
se produce una contaminación indeseada en el medio que lo rodea”, indica
el investigador del CSIC. Y añade: “Dentro del organismo, los
metabolitos derivados de los plastificantes actúan como potentes agentes
cancerígenos, y perjudican la capacidad reproductiva o las funciones del
hígado, en función del ftalato empleado. Por esta razón, tanto la Unión
Europea como EEUU han regulado y prohibido su uso en muchos productos
sensibles”.
Anclar los plastificantes
El desarrollo de Reinecke y su equipo logra un objetivo buscado por
diversos grupos de investigación: anclar el plastificante dentro del
polímero para que ambos queden unidos de forma permanente. Lo han
conseguido modificando la estructura de dos de los ftalatos más
empleados, el diaquil ftalato (potencialmente cancerígeno) y el diaquil
isoftalato. Esta intervención en la estructura de ambos compuestos
químicos permite que reaccionen en contacto con el polímero y se unan
químicamente de forma irreversible.
Este anclaje químico ha sido probado con éxito en condiciones extremas.
Entre otras pruebas, la irreversibilidad del anclaje ha sido demostrada
por el hecho de que el heptano, un disolvente que suele emplearse para
extraer los ftalatos en poco tiempo, no ha sido capaz de liberar ni una
sola molécula de plastificante anclada en la nueva formulación. No
obstante, el investigador del CSIC matiza: “Probamos nuestra estrategia
en dos ftalatos específicos, los más empleados, pero en principio puede
emplearse también en cualquier otro”.
Reinecke recuerda que, aunque en el mercado se han comercializado
plastificantes alternativos, ninguno ha logrado imponerse a las
capacidades de los ftalatos e incide en los potenciales beneficios de la
investigación: “Los artículos de PVC plastificado con ftalatos son
motivo de preocupación para la salud humana más allá de su propia vida
útil. Los plásticos acumulados en vertederos o arrojados sin control al
entorno también presentan un problema de difícil solución, ya que
desprenden plastificantes que acaban dispersándose en el medio ambiente.
En este sentido, nuestro desarrollo garantiza la seguridad durante la
vida útil del producto y después, cuando el plástico ha sido desechado”,
concluye.
Fuente: CSIC 04/05/2010
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