Cuando hablamos de corrosión en la construcción nos referimos no solo a
las estructuras metálicas empleadas tanto en la edificación como en la
obra pública, sino lo que es mucho más importante, en las armaduras de
hierro empleadas en el hormigón armado.
Las varillas corrugadas inmersas de las estructuras formadas tras el
fraguado del cemento encerrado en los encofrados, acaba tomando contacto
con sustancias acuosas de composiciones químicamente activas, las cuales
pueden desencadenar procesos oxidativos y corrosivos.
Estos procesos corrosivos podrían llegar a generar la desintegración
progresiva de las armaduras y el consecuente aumento de la fragilidad
estructural cuyas consecuencias podrían llegar a ser muy graves para la
solvencia de las construcciones, especialmente las involucradas con el
ambiente marino, como por ejemplo los túneles bajo el mar, puentes
marítimos, estructuras portuarias, faros, etc., las cuales poseen
elementos que comúnmente están sumergidos en el mar o salpicados por el
oleaje.
Para verificar previamente el grado de resistencia de las armaduras y de
los hormigones, se preparan probetas normalizadas y se ensayan en
cámaras de corrosión acelerada, cuyo diseño y prestaciones han de ser
concordantes con la exigencia de las normativas vigentes en cada país.
Las cámaras de ensayos de corrosión acelerada son capaces de reproducir
cualquier ambiente marino que pueda encontrarse en nuestros mares y
acelerarlo a requerimiento.
A este respecto es de destacar que este tipo de cámaras son utilizadas
por las máximas autoridades de la materia, tales como el Centro Nacional
de Investigaciones metalúrgicas CENIM, perteneciente al Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, y las compañías más relevantes del
sector de la construcción, acerías y fundidores, entre otras entidades
públicas y universidades diversas.
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