Se define como corrosión gaseosa al proceso electrolítico de destrucción
de los metales como consecuencia de su exposición a atmósferas con
contenidos relevantes de gases ionizables.
Se diferencia de la corrosión líquida en que aquí el componente acuoso
se encuentra en fase gaseosa (vapor) y no en forma de partículas de agua
precipitadas por atomización, como puede suceder en las proximidades del
mar.
En los países más desarrollados, las atmósferas corrosivas de origen
gaseoso más comunes son las producidas en los núcleos urbanos y en los
polígonos industriales.
Corrosión gaseosa urbana:
Hace referencia a la contaminación ambiental existente en los núcleos
urbanos, como consecuencia de la liberación a la atmósfera de gas SO2,
CO2, etc., procedentes de los derivados petrolíferos, los cuales, en
presencia del oxígeno del aire pasan a iones sulfúricos y carbónicos,
que a su vez en presencia de humedad se transforman en ácidos
responsables de la corrosión.
Corrosión gaseosa industrial:
Tiene su semejanza con la atmósfera urbana, pero debido a la presencia
de diversos contaminantes adicionales procedentes de las actividades
industriales existentes en la zona, pueden coexistir mezclas de gases
químicamente activos de origen ácido los cuales agravan la acción
corrosiva de los metales, en función de su potencial de
oxidación-reducción.
Los ensayos de corrosión climática, también denominados de ensayos
Kesternich, de carbonatación, etc., se realizan en cámaras de pruebas de
laboratorio, conforme a las normas internacionales adoptadas por cada
entidad normalizadora.
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