Más que hablar de la corrosión de los aceros corten, deberíamos
considerar la oxidación de este tipo de aleaciones férricas de
intemperie.
Decimos aleaciones férricas de intemperie porque, en los últimos tiempos
se emplean de forma masiva en infraestructuras artísticas, construcción
y urbanismo moderno, incluso en las propias orillas del litoral
marítimo. Es fácil recordar la imagen de las esculturas de Chillida
incrustadas en el paisaje costero expuesto a las inclemencias del mar,
especialmente en la época invernal, donde las olas pueden llegar a
barrer las mismas.
Y es que los aceros corten tienen la particularidad de su alta
resistencia a la corrosión marina sin necesidad de emplear
recubrimientos de protección, habida cuenta de que la propia película de
oxido superficial que se forma sirve de propia capa de protección,
evitando que se forme una corrosión más profunda.
El acero corten es una aleación formada por níquel, cromo, cobre y
fósforo, cuya característica fundamental es su aspecto rojizo propio del
hierro trivalente que lo hace atractivo desde un punto de vista
decorativo. Su único problema es más de tipo estético, dado que las
lluvias arrastran el óxido férrico tiñendo de rojo toda la base de los
pavimentos colindantes, cuestión bastante contradictoria con las
características estéticas esperadas por los urbanistas y constructores.
Quizás los metalurgistas tengan que retocar la formulación química de la
aleación para evitar esta cuestión y efectuar controles de calidad a
escala de laboratorio con las cámaras de niebla salina para simular el
clima marino, que es el más químicamente activo frente a la oxidación de
los aceros. Estos ensayos se realizan con las cámaras de corrosión
acelerada por niebla salina.
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