Desde que se produjera el accidente mortal del Zeppelin LZ 129
Hindenburg, hasta la fecha no se había vuelto a plantear la utilización
de este tipo de aeronaves, y menos si quien lo plantea es la NASA.
Recordemos que la última fue el dirigible alemán “zeppelin”, destruido a
causa de un incendio cuando aterrizaba en Nueva Jersey el 6 de mayo de
1937. El accidente ocasionó la muerte de 36 personas (alrededor de un
tercio de las personas a bordo)lo cual supuso su veto como medio de
carga aérea.
Ahora, casi 80 años después, son los científicos de la NASA los que
planean construir dirigibles estratosféricos para desplegarlos en
orbitas utilizables para propósitos científicos y comerciales.
Según manifestó Jason Rhodes, astrofísico del Laboratorio de Propulsión
a Chorro de la NASA en Pasadena, California, “Se trata de llevar la
Astronomía y las Ciencias de la Tierra a un nuevo nivel gracias a una
plataforma suborbital de investigación de larga duración”.
Un dirigible estratosférico podría albergar un telescopio gigante para
crear imágenes de alta resolución de las estrellas y objetos celestes,
investigar el cambio climático, potenciar las comunicaciones (internet
inalámbrico en áreas remotas de difícil acceso, por ejemplo), servir de
plataforma intermedia como base de aprovisionamiento de la Estación
Espacial Internacional, etc., etc.
El proyecto no hace más que poner de manifiesto el empeño de los
científicos por explotar todo tipo de tecnologías encaminadas a alcanzar
un dominio del espacio, quizás conscientes de la necesidad de
encaminarse, sin prisas pero sin pausas, hacia una búsqueda de otros
lugares de supervivencia extraterrestre.
Solo nos preguntamos: ¿Cómo van a gestionar el peligro que debe acarrear
la existencia de tanta basura espacial orbitando a velocidades
meteóricas en la estratosfera y su inherente elevado riesgo de
colisión?
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