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Evidencias de actividad lunar reciente fijan nuevos objetivos de la NASA

 

Maskelyne es uno de los muchos depósitos volcánicos jóvenes recién descubiertos en la Luna. A estas áreas se las llama parches irregulares, y se piensa que son remanentes de pequeñas erupciones basálticas que tuvieron lugar mucho después de la finalización comúnmente aceptada del vulcanismo lunar: hace entre 1000 y 1500 millones de años. Crédito de la imagen: NASA/GSFC/Universidad Estatal de Arizona

El Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA, ha brindado a los investigadores contundentes evidencias de que la actividad volcánica de la Luna se fue tornando gradualmente más lenta en vez de detenerse de manera abrupta hace mil millones de años. 


Se estima que las marcas de distintivos depósitos de roca observadas por el LRO tienen menos de 100 millones de años. Este período de tiempo corresponde al período Cretácico de la Tierra, que fue la época del apogeo de los dinosaurios. Algunas áreas pueden tener menos de 50 millones de años.

 

“Este hallazgo va a hacer que los geólogos vayan a tener que reescribir los libros de texto sobre la Luna”, dijo John Keller, científico del proyecto del LRO, en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales de la NASA, en Greenbelt, Maryland.

 

Los rasgos son demasiado pequeños como para ser vistos desde la Tierra; promedian menos de 500 metros, los más grandes. La imagen de uno de los rasgos más grandes, un área bien estudiada denominada Ina, fue tomada desde la órbita de la Luna por los astronautas de la nave espacial Apolo 15.

 

Los depósitos están esparcidos a través de las llanuras volcánicas oscuras de la Luna y se caracterizan por una mezcla de suaves montículos redondeados y poco profundos ubicados al lado de regiones de terreno irregular y con forma de bloque. Debido a esta combinación de texturas, los investigadores se refieren a estas inusuales áreas como “parches irregulares”.

 

Ina parecía ser un rasgo único hasta que los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, en Tempe, y de la Universidad de Münster en Alemania, divisaron muchas regiones similares en imágenes en alta resolución tomadas por las dos Cámaras de Ángulo Estrecho que forman parte de la Cámara del Orbitador de Reconocimiento Lunar. El equipo identificó un total de 70 parches irregulares en el lado cercano de la Luna.

 

La gran cantidad de estos rasgos y su amplia distribución sugieren contundentemente que la actividad volcánica en una etapa tardía no fue una anomalía sino una parte importante de la historia geológica de la Luna.

 

La cantidad y los tamaños de los cráteres que se encuentran dentro de estas áreas indican que los depósitos son relativamente recientes. Tomando como base una técnica que vincula las mediciones de esos cráteres con las edades de las muestras tomadas por Apollo y Luna, se cree que tres de los parches irregulares tienen menos de 100 millones de años de antigüedad y quizás menos de 50 millones de años, en el caso de Ina. Las empinadas pendientes que llevan desde las suaves capas de roca en lo alto hacia el terreno irregular más abajo coinciden con los cálculos relacionados con la edad temprana.

 

En contraste, las llanuras volcánicas que rodean estas distintivas regiones se atribuyen a la actividad volcánica que se inició hace alrededor de 3.500 millones de años y terminó hace apenas mil millones de años. Se pensaba que, en ese punto, toda actividad volcánica en la Luna había terminado.

 

Diversos estudios previos sugirieron que Ina era bastante joven y que se podría haber formado debido a la actividad volcánica localizada. Sin embargo, en ausencia de otros rasgos similares, Ina no fue considerada como una indicación de vulcanismo generalizado.

 

Los hallazgos tienen importantes implicancias respecto de cuán caliente se cree que es el interior de la Luna.

 

“La existencia y la edad de los parches irregulares nos dicen que el manto lunar tuvo que permanecer lo suficientemente caliente como para proporcionar magma para las erupciones de pequeño volumen que crearon estos inusuales y jóvenes rasgos”, señaló Sarah Braden, una científica recientemente graduada de la Universidad Estatal de Arizona, quien es además la autora principal del estudio.

 

La nueva información es difícil de compaginar con lo que actualmente se piensa de la temperatura del interior de la Luna.

 

“Estos jóvenes rasgos volcánicos son los objetivos principales para las exploraciones futuras, tanto con robots como con seres humanos”, dijo Mark Robinson, quien es el principal investigador para la LROC en la Universidad Estatal de Arizona.

 

Los detalles del estudio están publicados en la edición del 12 de octubre de Nature Geoscience.

 

Fuente: NASA

 

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