Los parásitos son aquellos seres vivos que en parte o en la totalidad de
su existencia viven dependientes de otro organismo, generalmente más
complejo.
A causa de las acentuadas diferencias del hábitat, que incluyen la
temperatura, humedad, la tensión de oxígeno, etc., el metabolismo de los
parásitos varía de una especie a otra en forma muy notoria.
Los parásitos han derivado de antepasados de vida libre pero han sufrido
profundos cambios de formas y funciones, resultantes de procesos de
mutación y de selección natural.
Para estudiar el comportamiento de los parásitos se emplean los
reservorios formados por vegetales, suelos, o materia orgánica que
contenga parásitos u otros microorganismos que puedan vivir y
multiplicarse en ellos y son fuentes de infección para un hospedador
susceptible.
Los vectores son artrópodos u otros animales invertebrados que
transmiten el parásito al huésped.
Su investigación es una tarea no siempre sencilla, en la cual los
científicos desempeñan tareas aplicadas a cada tipo de especie, en cada
entorno ambiental y bajo las condiciones climáticas que se pueden
encontrar en cada entorno investigado.
Han de tenerse por tanto en cuenta, no solo la naturaleza del sustrato o
medio, sino también el ciclo de vida de cada especie, las condiciones
variables de la climatología, etc.
Unas especies se ven favorecidas por la sequedad y altas temperaturas,
otras requieren altas humedades, etc., etc.
Esto es muy importante, porque se sabe que las condiciones climáticas
pueden influir en la supervivencia en una cadena global de
sostenibilidad.
Para estudiar los parásitos y los vectores, se utilizan las cámaras
climáticas de laboratorio.
En este tipo de cámaras, no solo se pueden simular condiciones
ambientales variables de temperatura y humedad, sino también de
radiaciones solares y atmósferas gaseosas modificadas, en función de los
entornos de investigación que se pretendan estudiar.
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